domingo, 17 de enero de 2010

El lago

El crepitar de los leños en la noche deforman la atmosfera quieta de su existencia en apariencia tranquila.
Sólo la luz de la luna aporta un reflejo plata sobre la superficie de un lago quieto e inmensamente cadencioso en su movimiento de olas casi imperceptibles.
Ahi esta él, apabullado de recuerdos dolorosos que se empecinan en inducirlo a lo que no quiere.
La angustia que le aprisiona el pecho, un corazón que late indisciplinadamente y esa sensación de ahogo que ha vuelto para cobrar sus deudas.
...
La luna ya no está, las cenizas de un fuego que alguna vez crepitó, dejan sus marcas en la orilla de un lago quieto e inmensamente cadencioso en su movimiento de olas casi imperceptibles.
La luz del día revela que lo que alguna vez fue una existencia marcada por una angustia final se ha marchado, sin dejar huellas, sin dar señales, sólo una hoja de papel cabalgando en la brisa otoñal.
Como intuyendo la necesidad de saber, el viento deposita aquello escrito sobre un peñasco.

"... ha sido generosa la vida conmigo a pesar de mis desatinos, vuelvo a ti ..., a encontrarte en la acogedora tranquilidad de tus brazos, a descubrir la vida en tu sonrisa eterna ... gracias dios mio por abrir las puertas de este refugio y dejarme partir para descansar con ella ..."

Fue solo eso lo que pudo leerse sobre el peñasco aquel, nunca mas se supo de él ni de sus angustias, nadie reclamó por su falta.
Quizás el tiempo como la mas sanadora de las medicinas nos devele los secretos que permanecen custodiados por un lago quieto e inmensamente cadencioso en su movimiento de olas casi imperceptibles .

2 comentarios:

  1. Muy buen relato, seduce porque insinúa más de lo que narra.
    Además me agradan los cuentos con agua.
    Felicitaciones.

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  2. Gracias Monica. Muy oportuna tu observación.

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