miércoles, 3 de febrero de 2010

El viaje - Capitulo 1

Nervioso y tenso arrremetió contra el ómnibus que lo aguardaba en la estación de Saint Remis de la Rochelle.
Demoró unos instantes en encontrar su lugar. Cuando ello ocurrió, Michel se dejó caer pesadamente sobre el asiento.
Cierta tensión acumulada se fue desgranando desde sus hombros, recorriéndolo longitudinalmente. En ese microclima, Michel se dispuso a poner su mente en blanco... pero, sin embargo, algo faltaba.
Recordó que en su teléfono celular guardaba una serie de canciones que "serán adecuadas para la ocasión" se dijo.
Recorrió la lista y seleccionó "Wild Horses" en la versión de Alicia Keys. Hacía unos días que su amigo Carles le insistía en escucharla.
Oprimió "Play", cerró los ojos y la música comenzó a encontrar su lugar, recorriendo un camino domesticador en la cabeza de Michel.
Suaves y sentidas melodías lo acariciaban y lo sumergían en un camino cándido y delicadamente acogedor.
El aletargamiento precedió al relax y el relax al sueño profundo.
En ese estado navegaba Michel por mares de tranquilidad cuando una suave y acompasada presión en su hombro izquierdo lo sobresaltó.
- "Disculpa!! Me dejas pasar?" - Una musical y fina voz se puso en el primer plano de su mente obnubilada aún.
Con la extrañeza y la lentitud que su cerebro se obstinaba en proponer, apenas pudo abrir los ojos. Se ayudó con sus manos, restregándolos, en un intento de apresurar el despertar.
Fue la primera vez que la vio.
Odió su torpeza cuando al intentar levantarse, golpeó su cabeza con la base del porta equipaje que oficiaba de circunstancial techo a su humanidad.
-"Uhhh. Estás bien?. No quise asustarte !!" se le oyó decir a ella.
-"Estoy bien, estoy bien. Descuida. Adelante y disculpa." atinó a pronunciar Michel.
Sintió como una gama de colores del rojo al violeta lo comenzaba a recorrer haciendo foco en su cara.
Pasó por delante suyo con la liviandad de un angel y dejó tras de si un perfume "técnicamente perfecto" pensó para si mismo .
Michel contuvo la respiración unos momentos tratando de capturar en su mente tan delicioso aroma, tan deliciosa figura.
Isabelle ocupó su lugar. Su mirada, acompañada de su silencio, se perdía por la ventanilla lateral. Una sonrisa leve se dibujó en su rostro,
Se maldijo por no saber que decir por un espacio largo de tiempo.
Perturbado como estaba, alcanzó a escuchar el cierre de la puerta de acceso al ómnibus.
Fue el comienzo del viaje a París.
Lo separaban 380 km de su destino y ese era el umbral temporal que le quedaba para decir algo.
Los siguientes treinta minutos transcurrieron así: Michel batallando contra sus nervios e indecisión. Ella, sabiéndose dominadora de la situación y del estado que embargaba a su ocasional compañía.
Michel cerró los ojos y se animó:
- "Mi nombre es Michel. Es lo menos que puedo decir después de tantas torpezas juntas que viste !!!" - dijo él tratando de transformar en jocosa, una situación que le había provocado mucha vergüenza.
- "Descuida, estabas muy dormido. Me llamo Isabelle. Mucho gusto" - fue la respuesta que su boca dibujó en sus oídos
-" A qué vas a París?".- inquirió Michel, rogando que efectivamente su compañera fuera a París.
- " No se a que voy!!. Puedes creerlo?". Y el rostro, que antes estaba perfectamente contorneado, con la marca de la seguridad dandole forma a las palabras, se transformó rapidamente en una catarata de lágrimas que lo inundaron.
Velozmente, Michel le ofreció un pañuelo, y otro, y otro más...
Las lágrimas cedieron y una mirada agradecida hizo su aparición. Una sonrisa paternal fue la respuesta de Michel.
-"No te preocupes. Yo tampoco se a que voy a París, pero se que debo ir.". Michel arqueó las cejas con una mueca graciosa y ambos rieron unos minutos más, hasta que el silencio se adueño nuevamente de la escena.
Transcurrieron un rato más sin palabras pero ambos sabían que algo tenían que decirse.
Se habían roto las barreras de la prudencia inicial y ya no había más excusas para mantener las miradas esquivas.